Mejoramos el retorno de la inversión en I + D

Marcela Angulo

TECH TRANSFER TALKS

“Trabajamos para que se haga investigación más pertinente”

“El futuro de Chile está en la innovación”

 Marcela Angulo González es gerente de Capacidades Tecnológicas en CORFO, la agencia de desarrollo productivo e innovación en Chile. Esta “cupido tecnológica”, como la llaman algunos colegas de profesión, charló con KIM para explicarnos el interesante momento que atraviesa su país, los logros en innovación ya conseguidos y los inminentes retos de su industria.

 

Chile está viviendo un momento bastante decisivo, en cuanto a innovación y economía. Cuéntenos, Marcela, ¿qué está ocurriendo?

Esta es la situación: la economía chilena está creciendo un 2 %, mucho menos de lo que estaba acostumbrada a crecer (un 6 % o hasta un 8 %), y ya hay un gran consenso de que no es solo por una coyuntura, por la influencia de los mercados internacionales o el precio del cobre, sino que esto es producto de que Chile, basándose en sus benditos recursos naturales, hizo una estrategia muy agresiva y exitosa de generar una base productiva que pudo crecer mucho y permitió que el país quintuplicara su ingreso per cápita en 30 años, lo que es un tremendo éxito en el concierto internacional.

Pero llegamos a un momento en que para seguir creciendo a esas tasas hay que hacer que nuestras industrias sean mucho más productivas en cuanto a tecnología, pero además, debemos diversificar la matriz productiva para ampliar el alcance hacia sectores productivos que no solo explotan el recurso, sino que generan toda la tecnología entorno a ese recurso. Me refiero específicamente al caso de la minería, en el que ya hay experiencia; países que fueron mineros lograron desarrollar un clúster de industrias tecnológicas entorno a la minería para producir no solo mineral sino también tecnología.

Así que ahora estamos en un momento muy particular, en el que Chile tiene la oportunidad de instalar la innovación en el centro de su estrategia de desarrollo productivo, y transformarse hacia una economía más basada en el conocimiento.

 

Es decir, que todavía están en ello.

Sí, es una carrera que aún no está ganada. Todavía estamos en el proceso, muy lejos de que esto sea un éxito. En los rankings internacionales (Global Innovation Index), aún estamos en el puesto 44. ¿Por qué? Porque nuestras empresas hacen todavía muy poca I+D.

Chile gasta 0,39 % del PIB en I+D y, de eso, dos tercios se hace con fondos públicos o institucionales. Solo el 0,13 % del PIB es inversión privada de los sectores productivos. O sea, ahí tenemos un problema. La política pública ha sido muy agresiva en términos de poner incentivos por ejemplo para crédito tributario, para que las grandes empresas hagan mucho más esfuerzo de I+D. También ha puesto subsidios para que las PYMES hagan I+D e innovación de base tecnológica más sofisticada. Pero todavía estamos muy lejos de estar cerca de los países del promedio de la OECD (2,4 % de inversión en I+D, respecto al PIB).

Sin embargo, en el ámbito emprendimiento, Chile está mucho mejor posicionado, porque aquí ha habido una política pública que ha promovido el emprendimiento como una opción de desarrollo económico, según el Global Interpreneurship Index estamos dentro de los primeros 20 países con el ecosistema emprendedor más importante del mundo. Ahora estamos en el 18 pero hemos estado en el 16.

 

¿Y cuál es ahí el papel de CORFO? ¿De qué forma ayuda a las empresas chilenas?

Mira, el sistema en Chile funciona así. Hay dos pilares: está el CONICYT, la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología, que actualmente depende del Ministerio de Educación, y que motiva y promueve la investigación científica desde las universidades y centros de investigación y algo de desarrollo (science push). Y CORFO, que depende del Ministerio de Economía, y es la agencia de desarrollo productivo e innovación, la que pone el market pull, ya que vinculamos los activos de ciencia y tecnología con el mundo productivo.

En CORFO, hemos tenido políticas de más de 20 años de ayuda al emprendimiento, y en estos momentos contamos con 5 áreas de intervención, que ha hecho que el ecosistema innovador haya evolucionado como un todo:

  1. Gerencia de desarrollo competitivo, que busca oportunidades de crecer y diversificar sectores, y mira por la productividad de las grandes industrias tradicionales y las PYMES;
  2. Gerencia de emprendimiento, que serían las incubadoras, el capital semilla, el programa Start-Up Chile (que ha ubicado a Chile en el mapa internacional emprendedor) y, recientemente, la generación de redes de espacios colaborativos tipo coworks en todo el país;
  3. Gerencia de innovación, que promueve mecanismos de innovación empresarial, ya sea individual o colaborativa;
  4. Gerencia de capacidades tecnológicas, que es la mía, y tiene 2 roles: uno, generar capacidades habilitantes para la innovación en el país, con una mirada de condiciones de base, de creación de centros tecnológicos o consorcios a más largo plazo y, dos, vincular mejor el mundo universitario/centros de investigación con la industria, que ese vínculo en Chile es muy débil;
  5. Área de inversión y financiamiento, que apoya a las empresas con mecanismos de financiamiento. CORFO no opera directamente créditos, los créditos operan a través de la banca privada, pero nosotros ofrecemos garantías para que las PYMES tengan acceso a créditos en la banca privada. También financiamos los fondos de inversión y capital riesgo de una industria que se ha ido creando en Chile a raíz de la intervención de CORFO. Ahora potenciamos la industria de capital riesgo generando mecanismos para etapas tecnológicas tempranas, es decir, fondos que sean capaces de tomar más riesgo en emprendimiento de base tecnológica que tengan potencial de alto impacto.

 

Vd. dice que en Chile el mundo universitario está desconectado de la industria, pero eso en España también ocurre…

Creo que en España hay muchos más centros que están trabajando con la industria. En Chile, la universidad y los centros de investigación por años han estado desconectados de las demandas de la industria, desde Corfo estamos trabajando para que esa brecha disminuya. Por eso damos mucho apoyo a las oficinas de transferencia y licenciamiento, y por eso hemos trabajado KIM. Mucha gente con programas nuestros se ha ido a especializar en los programas de KIM Talent, porque intentamos hacer ese puente, de vincular la universidad con las demandas de la industria, para que se haga investigación más pertinente y para que las empresas encuentren soluciones.

 

¿Cuál diría que es ahora el principal reto?

Aunque hemos avanzado mucho en capacidad y cultura emprendedora, lo que está permeando en generaciones jóvenes, estudiantes, gente que sale de la universidad o educación superior y ya ve en el emprendimiento un camino de vida (¡eso no existía hace 20 años!), lo que nos falta ahora es que los emprendimientos sean de alto impacto, y para ello deben tener dos características: una, que sean de base más tecnológica, es decir, que sean emprendimientos más sofisticados para que generen productos de mayor valor en el mercado y , dos, que nazcan con vocación global, porque Chile es un mercado muy pequeño.

 

Uno de los objetivos de CORFO es “proyectar a Chile hacia la nueva economía del conocimiento”. ¿De qué maneras?

Hemos trabajado durante 3 años en un ejercicio participativo con la industria, academia y sociedad civil, con unos 30 programas estratégicos de especialización inteligente, algunos más transversales. Hemos generado un diagnóstico común, una visión de dónde están las oportunidades, y hojas de ruta conjuntas para alcanzar esa visión común. Dos ejemplos seríanel programa nacional de minería y el programa de alimentos saludables. Con el primero promovemos un ecosistema de proveedores tecnológicos para la minería capaces de resolver los desafíos de productividad del sector y constituir un clúster de empresas proveedoras de tecnología capaces de salir a exportar sus servicios a otros países mineros, con lo que conseguimos que muchas PYMES sean capaces de trabajar en conjunto con las grandes mineras para encontrar soluciones. Y el programa de alimentos saludables es porque Chile logró llegar a 18.000 millones de dólares en exportación, incluyendo fruta, alimentos procesados, productos del mar… Este programa pretende de aquí a 2030 volver a duplicar las aportaciones de alimentos hasta 35.000 millones de dólares, con una estrategia selectiva que no es solamente cantidad sino que es productos de mayor valor agregado o con diferenciación. Queremos ampliar la oferta de productos frescos pero con diferenciación: inocuidad alimentaria, baja huella de carbono, baja huella hídrica… para llegar a mercados más sofisticados que están dispuestos a pagar más. Y al mismo tiempo, queremos diversificar la canasta exportadora de productos alimentarios, hacer productos de mayor valor agregado, como alimentos saludables, ingredientes funcionales y aditivos naturales para la industria alimentaria global.

 

¿Y cuáles serían los programas transversales que Vd. apuntaba antes?

Ciberseguridad, conectividad digital, acceso de las PYMES a la banda ancha, estrategias de capital humano (preparar las competencias que habrán de tener para participar en esta revolución tecnológica digital)… o el programa de industrias inteligentes, cuyo objetivo es que Chile se suba a la 4ª revolución industrial o revolución tecnológica del Internet de las Cosas. Como somos un país muy pequeño, lejos de los mercados, que no podemos competir con China con producción masiva de B2C, lo que hacemos es que Chile se concentre en una estrategia de nichos.

 

¿Por ejemplo? ¿En qué aspectos Chile tiene alguna singularidad que pueda traducirse en oportunidad?

Pues ahora estamos haciendo 5 laboratorios de experimentación, smart industries:

  1. Minería inteligente. Chile tiene grandes desafíos sobre todo en cuanto a minería subterránea, ya que seguramente no haya otro país en el mundo que tenga el reto de Chile con minas subterráneas de tanta profundidad, con altas solicitaciones mecánicas y en roca muy dura, lo que significa que necesitamos toda una revolución de automatización, de sacar las personas de los frentes de trabajo en la mina tradicional. Hacemos programas colaborativos, consorcios entre empresas, universidades, etc.
  2. Agricultura (sobre todo fruticultura) y exportación. Por un lado, riego con sensorización completa de los campos productivos, para poder tomar decisiones en tiempo real en cuanto a eficiencia hídrica, cuándo regar, cómo aplicar fertilizantes… Y por otro, trazabilidad de la cadena logística, desde la producción de la fruta hasta que se embarca hasta que llega a los mercados de destino y a la mesa del consumidor. El objetivo es que al consumidor, que puede estar en China, la fruta chilena le llegue con un vector de información que le permita trazar todo su camino productivo desde cómo se cultivó esa fruta, los esfuerzos de eficiencia hídrica, de reducción de la huella de carbono, etc.
  3. Ciudades inteligentes. No pretendemos una revolución mundial. Miramos mucho lo que ha hecho Barcelona como smart city y ponemos el foco en 3 cosas: la sostenibilidad energética, la movilidad (con tantos millones de habitantes es un problema severo) y la seguridad ciudadana.
  4. Salud. Analizamos cómo las tecnologías de la información y comunicación pueden mejorar el sistema público de salud, y todas las prestaciones de los proveedores privados. Nosotros nos subimos a la revolución digital del e-health del m-health, miramos cómo está el mundo y organizamos el sistema de salud público y privado chileno para trabajar con la industria tecnológica en lograr convergencia de una ficha única clínica, de forma que el sistema de salud sea más productivo, reduzcamos sus costos. A la vez, promovemos innovación y emprendimiento de empresas chilenas que pueden generar productos de e-health que tengan impacto global, como EVERIS, un líder mundial en soluciones tecnológicas de software y aplicaciones para industrias, que ya está haciendo aplicaciones para softwares de gestión hospitalaria desde Chile y por ingenieros chilenos, y que están siendo usados en clínicas americanas o japonesas.
  5. Astronomía. El 70 % de la observación mundial se produce desde el norte de Chile, porque tenemos los cielos más despejados del mundo, las mejores condiciones de observación astronómica, y aquí están todos los observatorios mundiales: americanos, asiáticos, europeos… Hemos identificado que esta observación astronómica genera una enorme cantidad de información que permite que Chile se suba a esta revolución de procesamiento o big data. Tenemos la posibilidad de constituir en Chile un foro mundial de procesamiento de data de la observación astronómica para otros fines, y aprender para que todas las competencias que se generan en procesamiento de big data puedan ser aplicadas, por ejemplo a la minería, o a la banca, o al retail… Entonces estamos creando una estrategia conjunta con los observatorios astronómicos que están instalados aquí para crear un centro de astro informática y generar el capital humano, las competencias tecnológicas para generar servicios de procesamiento de data desde la astronomía.

 

Hablando del resto del mundo, el mercado chileno cuenta en la actualidad con unos 60 acuerdos comerciales con otros países. No está mal…

Chile es el país con más acuerdos comerciales del mundo.
Norteamérica, Latinoamérica, Mercosur, Asia (China, Japón, Corea), la UE completa… Somos el país que tiene una economía de mercado más abierta.

 

¿Qué tipos de acuerdos se han establecido hasta ahora?

Acuerdos cada vez más integrales. Con la UE, por ejemplo, tenemos un acuerdo de asociación, que no solo es económico, sino que contempla otros componentes, políticos, comerciales y culturales.

 

¿Y con España, cuál es la relación o colaboración actual?

Chile es hoy en día una plataforma de inversión de empresas españolas muy fuerte en muchos ámbitos –tecnológicos, de infraestructuras, de caminos, de obras públicas, empresas de desalación, energía… –, hay un gran intercambio comercial.

 

Para Vd., como experta, ¿cuáles son ahora las oportunidades de inversión en Chile, a corto y medio plazo?

Yo diría que energía y alimentación. Por una parte, la energía solar en Chile es un transversal que es una tremenda oportunidad, porque Chile tiene la radiación solar más alta del mundo, verificada, y a la vez es el primer productor de litio del mundo, por lo que tenemos una posición privilegiada para producir energía solar y también para almacenarla. En Chile tenemos a varias de las empresas españolas que han estado trabajando en estos procesos: Acciona, Abengoa… Pretendemos llegar al 2030 con energía solar fotovoltaica y tener la energía entre 20 y 25 dólares por megawatt/ hora. Y en CSP (Concentración Solar de Potencia), nuestra apuesta es poder llegar a 50 dólares por megawatt/hora, con almacenamiento de energía disponible 24/7. Así que en el ámbito solar hay una tremenda oportunidad de hacer no solo inversión, sino desarrollo tecnológico.

Por otra parte, hay una tremenda oportunidad en el ámbito de la alimentación, y en particular en el sector acuícola. Aquí tenemos mucho en común

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